Una historia de desatención, pérdidas y redención en el mundo de las criptomonedas.

Del entusiasmo a la desesperación

La arrogancia del experimentado

Me adentré en el mundo cripto hace más de cinco años. Recuerdo los primeros días, la emoción de cada nueva transacción, el miedo a cometer errores. Con el tiempo, esa cautela inicial se transformó en una confianza que rayaba en la arrogancia. «A mí no me van a estafar», pensaba mientras veía historias de novatos cayendo en trampas obvias.

Había desarrollado mis propias reglas: verificar contratos, usar billeteras frías para grandes cantidades, nunca compartir frases semilla. Me sentía seguro, casi invencible. Pero lo que no sabía era que los estafadores también habían evolucionado.

El día que todo cambió

Era un martes por la mañana. El mercado se movía lateralmente y decidí explorar nuevas oportunidades de yield farming. Encontré un pool que parecía prometedor – APYs razonables, proyecto con comunidad activa, documentación aparentemente sólida. Todo parecía normal, demasiado normal.

Conecté mi billetera con la tranquilidad de quien ha hecho esto cientos de veces. La interfaz era profesional, idéntica a las de proyectos legítimos. Firmé la transacción sin esa sensación de peligro que debería haber tenido. El gas fee era ligeramente más alto de lo habitual, pero nada alarmante.

Los minutos de falsa tranquilidad

Después del unwrap, vi las monedas en mi billetera. Respiré aliviado. «Todo en orden», pensé. Me tomé un descanso, preparé un café, incluso sonreí al pensar en las ganancias potenciales. Esa falsa sensación de seguridad duró exactamente 47 minutos.

El momento del horror absoluto

Decidí hacer un swap parcial para tomar algunas ganancias. Presioné el botón, confirmé la transacción y entonces… el silencio. No la confirmación habitual, sino un vacío extraño. Refresqué la página. Mis monedas seguían allí. «Debe ser un error de la red», pensé. Intenté nuevamente.

Esta vez, en lugar del swap, vi cómo todas mis monedas desaparecían instantáneamente de mi billetera. No una, no dos, todas. Mi estómago se contrajo. Mis manos empezaron a sudar. «No, no, no…» repetía en voz baja, como si las palabras pudieran revertir lo inevitable.

La doble confirmación que me partió el alma

En un acto de desesperación, usé una segunda billetera que tenía en otra blockchain con fondos menores. Mismo procedimiento, mismo resultado. Las lágrimas empezaron a nublar mi visión mientras entendía la magnitud de lo ocurrido. No era un error, era una estafa approvals perfectamente ejecutada por profesionales.

Las horas siguientes: Del pánico a la aceptación

Las siguientes horas fueron de puro tormento emocional. Rabia contra mí mismo, frustración por haber caído, impotencia al ver cómo los fondos se movían a través de mixers y diferentes direcciones. Cada transacción que veía en el explorador de bloques era un recordatorio de mi error.

Pero en medio de esa desesperación, nació una determinación: Esto no podía quedar así. Si a mí me había pasado, con mi experiencia, a otros les pasaría también.